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José Manuel García Marín

LA HERMANDAD DE LA NIEVE

LA HERMANDAD DE LA NIEVE

A veces, por justificada conveniencia del escritor, en una novela histórica se adelantan hechos o circunstancias en el tiempo sin, por ello, traicionar necesariamente a la historia, dado que no son hitos que pudieran alterarla. Y es que en estos casos, el suceso es como el excipiente de un medicamento, que da consistencia a la narración sin perturbar las crónicas y asume la función de vehículo que permite dar vuelo a la novela.

En esta ocasión, la licencia se cumple con “La Hermandad de la Nieve”, de José Vicente Pascual, editada en Ediciones Evohé, pues el nevero, en cuanto a oficio reglado, no se dio hasta el siglo XIX, como el mismo autor aclara en su nota final; sin embargo, aunque antes no existiera como gremio, lo cierto es que siempre hubo quienes se encargaron de transportarla hasta la ciudad. Ya desde la época nazarí, y seguramente con anterioridad, se usaba para refrescar bebidas y mantener alimentos en buen estado.

Es en la Granada del siglo XVI, por tanto, donde se asienta la historia de una familia cristiana oriunda de las montañas de León, de donde llega Álvaro de Bayos, soldado de las huestes de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, para establecerse definitivamente, apartado de las armas. Para ello cuenta únicamente con los quinientos reales de plata que, como veterano, constituían su dote de retiro y posibilitará que arriende una finca a las afueras de Granada, y una idea fija e inmutable: fundar la Hermandad de la Nieve, con la que se convertirá en un hombre acaudalado, si bien estipulará unas condiciones férreas de comportamiento, tanto para los componentes, asalariados suyos, a los que exigirá silencio absoluto sobre los asuntos de la Hermandad y completa observancia y lealtad a sus normas, como para sí mismo. Además añadirá un requisito exclusivo para él y sus herederos varones: casar, pero sin jamás enamorarse, por el convencimiento firme de que así nunca se verán influidas sus decisiones.

En definitiva, es el anticipado fundador de un gremio, el de los neveros; no obstante, no será él, sino su nieto, Álvaro de la Santísima Trinidad de Bayos quien nos describa los aconteceres del abuelo y del padre, Álvaro Andrés de Bayos, y los suyos propios. Tres generaciones de cristianos cuyas vidas quedan enlazadas al viejo reino, en plena ebullición. A través de estos personajes, José Vicente Pascual fascina al lector, para quien recrea una atmosfera que contiene todos los aderezos para seducirlo. Gracias a ellos, aparecerán en escena moriscos huidos a las montañas, algún cura vividor, nobles musulmanes convertidos a la nueva fe para mantener su patrimonio y posición social, comerciantes, soldados, regidores, caballeros veinticuatro, taberneros compinchados con busconas y prostitutas e incluso una misteriosa “señora” que, desde su casa del Albaycín, parecía mover los hilos más sutiles de la ciudad y, por supuesto, la amenazadora sombra de la Inquisición, siempre implacable, temible para un oficio que a oídos poco avisados o envidiosos, podría estimarse de diabólico, pues transformar la nieve en hielo más se conjeturaba obra de alquimistas que de un esforzado grupo de trabajadores infatigables.

Con un argumento meditado y lúcido, por lo que tiene de original, de refrescante, “La Hermandad de la Nieve” se posará sobre el lector con la blandura de un copo, pero con la solidez del hielo, para ofrecer, de esa época granadina, una perspectiva objetiva, atrevida y placentera, como debe ser una novela. Y es que José Vicente Pascual, sin duda, sí es un alquimista de la palabra escrita.

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