EL MUSEO DE LA CORRUPCIÓN
¡Los hay osados! Ayer llegó a mis oídos que alguien, primo de un señor que conoce al sobrino de un hombre que fue notario en el extranjero, le escuchó proponer que sería una buena medida, por lo ejemplarizante y para la historia, un Museo de la Corrupción, en donde se expusieran trajes, fotocopias de números de cuenta en Suiza, fotografías de estaciones y aeropuertos inútiles, con el coste de la construcción y el beneficio obtenido por el corrupto, listados con foto del individuo podrido junto a las siglas del partido al que pertenece, P.P., P.S.O.E. o I.U. En fín, una exposición amplia presidida por una imagen tomada en un día de pleno del Congreso de Diputados.
Fíjense qué locura. Cómo alguien llega a perder la perspectiva de las cosas. ¿No comprende usted, alma de cántaro -le diría yo, apelando a la razón-, que para una exposición permanente de esas dimensiones necesitaríamos el doble del espacio que tiene el Museo del Prado? Ande, ande... vuelva a sus ocupaciones y abandone ideas peregrinas.
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