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José Manuel García Marín

La Dama del Dragón, de José Calvo Poyato

La Dama del Dragón, de José Calvo Poyato

El viernes 21 de diciembre presentaré en Córdoba, a las 20:30 en la Librería-café Kosmos, la última novela de José Calvo Poyato, La dama del dragón, la apasionante vida de una mujer, Caterina Sforza. He aquí algunos fragmentos:

Un día de mediados de agosto del año 2000, de vacaciones en Lugo, entré en una librería. No sabía que, además de encontrar una soberbia novela: «La Biblia Negra», descubriría a un autor y que, a través de su lectura, sería uno de los novelistas que me influyeran, especialmente, en dos cuestiones fundamentales: en el gusto por leer novela histórica y en la osadía, por mi parte, de decidirme a escribir obras de este género. ¿Cómo iba a adivinar entonces que hoy, siete años más tarde, estaría presentando aquí una obra suya?

Desde aquella fecha sé que la firma «José Calvo Poyato» es una garantía para el lector, un aval de que hallará el máximo rigor histórico, incluso en los detalles en apariencia” más nimios, pero que, paradójicamente, son los sustentos, los soportes sobre los que se asienta, y hacen estable, la realidad de una novela. De igual modo, en los momentos, generalmente menos públicos, de los que rara vez se puede obtener información historiográfica, aplica maneras, conductas o sentimientos en los que la verosimilitud se pulsa como norma de compromiso.
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Desde mi punto de vista, claro está, la reconstrucción de la ilustre protagonista es rotunda por exhaustiva, porque está analizada en todas sus dimensiones, compuesta en una especie de visión estereoscópica, para luego ser labrada desde cada una de sus perspectivas: en el medio político y social, en el militar, en el cultural y en el humano. Vemos a una Caterina que impone condiciones al Vaticano, siempre con una talla muy superior a cualquiera de sus tres maridos, pero que también sabe replegarse en tanto las circunstancias lo exigen, buscarse los aliados necesarios o ganarse al pueblo para ser temible, como le demostró a César Borgia, nada menos, cuando le presentó resistencia a su asedio, burlándose de él desde las almenas de la fortaleza, con la cota de malla puesta y capitaneando a sus tropas, en plena asunción del papel de la guerrera que se consideraba; un pasaje en el que al lector, convertido en su mayor adepto, se le aceleran las palpitaciones.

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Por el enorme escenario en el que se desarrolla la novela, cruzan hombres célebres, conocidos universalmente: Nicolás de Maquiavelo, Ludovico el Moro, los Borgia o Leonardo da Vinci, seres que el autor cuidadosamente perfila y de los que procura sustanciosos detalles supuestamente secundarios, como la pasión de Leonardo por la alquimia. La propia Roma, nocturna y peligrosa, es uno de ellos. Pero también recurre a la creación cuando construye a Giusti, un personaje imaginario, que se encarna y gana nuestras simpatías por su lealtad a toda prueba, del que deducimos que es un enamorado en silencio.

Es de este mosaico de figuras, de intereses tornadizos y contrapuestos, de estados italianos, de esta atmósfera de fascinación que crea, de la que se sirve con maestría el autor para capturar al lector, para seducirlo, para que, más que seguir el relato de unos sucesos, se asome a la ventana de la historia que le ofrece, abierta de par en par.
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