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José Manuel García Marín

PENSEMOS UN POCO

PENSEMOS UN POCO

    

 

     Vaya por delante que no estoy de acuerdo con que nadie mate a nadie, ni siquiera con la pena de muerte, propia de los países éticamente atrasados; pero, si se ha de guardar un minuto de silencio en señal de respeto, ¿por qué no se cumple también con los que, desesperados por la crisis, los desahucios y el hambre, se suicidan o mueren en la calle? ¡Ah!, es que esos son los parias, que no disfrutan, no ya de siete sueldos, sino de ninguno.

     Por cierto, de los que han caído en la pobreza se hacen cargo las ONG. ¿Qué pasaría si esa función que realizan los voluntarios fuera traspasada a quien corresponde, al Gobierno de turno (la política es una cuestión social)? Si se negaran nuestros admirados políticos, ¿no se levantaría el pueblo contra ellos? La indignación por hambre es más fuerte que por las corrupciones, porque duele en el estómago y en los hijos. ¡Qué suerte que se les haga su trabajo!

   ¿Por qué esta sencilla pregunta no aparece nunca en los periódicos ni en coloquio alguno? A ver, pensemos un poco...

 


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