Viejos senderos de al-Ándalus (1)
Un sendero es una adición de pasos, de voluntades. Es más que una vía para desplazarnos porque, cuando iniciamos uno, interviene nuestra voluntad de recorrerlo pero también, inmanente, la de todos aquellos que lo hollaron hasta convertirlo en tal. Los que, a fuerza de pisarlo, dibujaron su trazo, su anchura, sus curvas, apartaron piedras o, incluso, dejaron otras. Aunamos nuestra voluntad -tal vez inconscientes de los pasos contenidos en él- a la de los que caminaron antes y, como ellos, depositamos huellas, sedimentos físicos de la energía que consumimos, residuos de nuestro paso.
Algunos de estos senderos siguen un destino semejante al del hombre: nacen, se desarrollan y se abandonan a un sueño incierto, que los hace borrosos, y del que no despertarán jamás. El humano también olvida y es olvidado. Quizá sean todas estas afinidades, este entrecruzamiento indivisible, esta urdimbre de destinos, de voluntades, de sedimentos... hasta la del olvido, la que produzca la misteriosa interacción entre el camino y el caminante. Aquél le ofrece paisaje, rincones, acaso frescura, aromas y la seguridad de un objetivo alcanzable. Éste, su esfuerzo y la garantía de supervivencia que son sus propios pasos. El camino vive por la vida de los hombres. (Continuará)
5 comentarios
Javier -
Nuevamente, gracias por no permitir que el sufismo andalusí,sea olvidado.
José Manuel -
Lo más gratificante para un escritor es encontrarse con la opinión de sus lectores. Si en alguna ocasión tiene la oportunidad de asistir a cualquier acto en que yo intervenga, estaré encantado de dedicarle "Azafrán", si así lo desea. Un cariñoso saludo.
José Manuel -
Abdalla Abdalla Pérez -
Abdalla
Kepa -