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José Manuel García Marín

EL FUTURO

EL FUTURO

A la reciente presentación de "Azafrán" en Santa Pola, Alicante, asistió un niño de siete años que se sentó en primera fila. Yo supuse que alguno de los adultos allí presentes sería su padre o su madre, dada la formalidad que mantenía y la atención que prestaba.

Cuando se terminó el acto, se dio paso a la firma de ejemplares. Él se situó en la cola y, llegado su turno, me pidió muy serio que se lo dedicara. Me pareció un niño muy simpático y, además, creo que es para todos los escritores un placer que los más jóvenes se nos acerquen, porque es señal de que las generaciones seguirán leyendo y de que nuestras obras continuarán prestando su servicio. Quizá, incluso, alberguemos la confesable esperanza de que influyan en que alguien se sienta "envenenado" para siempre por la lectura.

Más tarde, me enteré de la verdad. El chico se dirigió con resolución a la librera y le dijo: "Hola, estoy solo. He venido sin mi papá y sin mi mamá, pero quiero ese libro."

La librera decidió regalárselo. Ante la expresión, sincera, de su firme voluntad, ¿acaso le quedaba otra opción a una mujer inteligente?

Cuando lo supe, quise hacerme una foto con él, y ahí me ven... orgulloso.

2 comentarios

Purificación Ávila -

Hermosa experiencia la tuya, amigo José Manuel, de las que llegan al corazón.
Efectivamente, en niños como éste se vislumbra el futuro de la lectura -¿y quien sabe si no será también futuro escritor?-, y tú le has brindado el placer de tener tu "Azafrán".

Me emociona la acción de la librera, José Manuel, no sé pero intuyo que tú también hubieras hecho lo mismo.
Y con tu gesto de fotografiarte con él le brindas una bella manera de amar las Letras.
Me alegro por ti, por el niño y la librera, claro que todo se debió a la resolución de este encanto de chaval.

"Envenenado" es la palabra más apropiada que podías darle a este gesto, sí señor.

Puri, con cariño. Besos.

Magda -

¡Que precioso niño!
Cuando suceden estas maravillas enseguida se piensa que hay muchas cosas qué agradecerle a la literatura. Pero, además, cuando las cosas vienen de un niño se toca la sinceridad más admirable. Que bonita experiencia, José Manuel, enhorabuena.