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José Manuel García Marín

Actividades pasadas

Presentación en Córdoba de "Santuario del Odio", de Antonio Enrique

Presentación en Córdoba de "Santuario del Odio", de Antonio Enrique

Hoy sábado, a las 20:30, en la librería Kosmos de Córdoba, en c/ Azorín nº 3, tendré el placer de presentar la magnífica novela de Antonio Enrique.

Expongo aquí la mayor parte, no toda, de la presentación:

(...) Y, por otra parte, sabido es que un libro adquiere el último término de su objetivo cuando es, por fin, leído. Sólo entonces está finalizado; fuera de las manos de su autor, en las del lector. La interpretación que hace éste, ¿es una prolongación, ya incontenible, del trabajo del escritor? ¿Es, por tanto, una labor no sincrónica pero a dúo, en colaboración? Si es así, el lector es cómplice del literato en el libro vivo. (...)

Mis palabras están particularmente dirigidas a todos aquellos a lo que, como a mí, las novelas sobre la guerra civil española les producen inquietud y rechazo. Porque, en su mayoría, suelen ser descarnadas, partidistas, angustiosas, aparentemente escritas desde una trinchera. Si «Santuario del Odio» reuniera estas características, sería una más, pero, entonces, el autor sería otro. Aquí las culpabilidades, las actitudes, quedan de fondo para ser juzgadas por quienes se internen gozosamente entre sus páginas, mientras disfrutan del placer estético de la excepcional pluma de Antonio Enrique y de una narración verosímil y consistente. Y es verosímil porque la escrupulosidad del escritor ha exigido que soporte un proceso de documentación extraordinario. Tan riguroso que cuando, en ella, se dice que llueve, es que Antonio se ha informado de que ese día llovió.

No obstante, no se nos atosiga con un sinfín de datos abrumadores. Se reprime o se contrae la sustancia, para dar lugar a la sugerencia, que fortalece a la primera y que es la consecuencia de lo que él llama «estructura invisible», y que Hemingway denominaba «principio del iceberg», inmediatamente detectada por el lector.

Además de las descripciones directas o indirectas, no sólo del entorno o de las circunstancias, en las que se quieren destacar los sentimientos, las emociones, el autor utiliza elementos simbólicos dirigidos al subconsciente, tales como el caballo que, una vez hecha su gloriosa entrada en escena, queda fijo en la mente del lector, y que representa la libertad y la nobleza, como contrapunto de la guerra y de las acciones viles que siempre se desarrollan en ella; o esos campos de rosas que contrastan, por su colorido lleno de vida y su aroma, con la desgracia, con la muerte y el hedor de las matanzas; siendo, sin embargo, presagio de la sangre que se va a derramar. Con estos sutiles procedimientos, Antonio Enrique, en mi opinión, reivindica la esperanza para el ser humano y suaviza la novela con esta suerte de bálsamo compensatorio.

Entre los recursos empleados en esta novela, sobresale la alternancia en el uso de la primera y tercera persona. Con la primera, contemplamos el temperamento, el sentir del protagonista y la visión que tiene de las acciones y hechos de su entorno. Desde la tercera, observamos la psicología del personaje y accedemos a un panorama que, desde la primera persona, es inabordable por definición, porque el narrador, en ésta, es omnisciente. Desde la primera, no. El problema es que, para saltar de la primera persona a la tercera y viceversa, o se hace con la agilidad y la gracia de un movimiento de esgrima, como es el caso, o se desconcierta y decepciona al lector.

Por añadidura, y en perfecta coherencia con lo que manifiesta cuando, en otra de sus obras, dice: «... donde no hay lenguaje, no puede existir respeto a la trama ni al lector», Antonio agrega al relato de unos hechos, desde la más completa objetividad, ese estilo suyo, elegante, que conjuga la construcción con la fuerza modulada y la reflexión con la eufonía, como en el momento, bellísimo, en el que nos muestra al padre de Adela, la mujer del comandante, majando cantáridas secas en un almirez: «A la hora del sol extremo, un sol que resplan­decía en sus ropas con reflejos como culebrinas rápidas y des­lizantes, cegadoras. A esa hora en que resudan las resinas y el tiempo parece adensarse en sahumerios de incienso, ¿qué era aquel fuego en sus ropas sino las lenguas de la espada del ángel, un ángel varón y terrible al umbral de aquel paraíso?».

Si analizamos este párrafo, por disfrutar de la lectura, por paladearlo, hallaremos la función de la onomatopeya, de los sonidos y de sus predominancias, como sutiles medios para elaborar una descripción: En la frase con que comienza, la hegemonía se reparte entre la «r» y la «s»; de esta forma, al leerla, la «r» se instala como estructura de sustentación y la «s» gravita y evoluciona con ella, presentándonos un mensaje doble, la imagen de la sinuosidad de la sierpe y el silbido de ésta. Después continúan, desde el punto y seguido, complementándose por lograr, a fuerza de imagen y sonido, la aparición sensual de un aroma, el del incienso. Esto es hasta la interrogación, en que surge un tercer sonido, la «l», figurando la espada, y languidece, sin morir, la «s».

Es decir, hay una nota musical o un acorde constante en tanto emerge otro «in crescendo», en un suave paso del «allegro» al «vivace». En esto consiste el recurso de un maestro, en hacer un concierto de la palabra.

En definitiva, y en razón de ser breve para favorecer un coloquio en el que todos podamos intervenir, sólo me resta señalar que «Santuario del Odio» es una novela que debe ser releída para exprimirle todo el jugo, todo el saber y todo el deleite que contiene, porque prueba cómo un escritor puede hacernos encontrar, en la guerra, una paradoja de la vida más vibrante, y de ahí, auténtica literatura.

Novela Histórica

Novela Histórica

El servidor, en el que se aloja mi blog, ha estado roto durante toda esta semana, con lo cual no he podido contar nada con respecto a las II Jornadas de Historia y Novela Histórica celebradas en Almuñécar. Lo cierto es que este tipo de iniciativas, debidas al Ayuntamiento de Almuñécar y a José Calvo Poyato, que es quien las coordina, son muy valiosas. En ellas, no sólo se obtiene un aprendizaje directo, sino también el indirecto que se desprende del intercambio de opiniones entre novelistas. Del mismo modo e igualmente interesante han sido las intervenciones del resto de los participantes.
Quizá, entre todo lo dicho, de lo que aquí no puedo hacerme eco por falta de espacio, destaque el incremento de la lectura de este género (me niego a entrar en la discusión de si es subgénero o qué). Desde luego, como decía antes, el encuentro entre escritores es particularmente refrescante.
Algo inesperado y que creo que hay que poner de relieve, ha sido la amabilísima hospitalidad de parte del Ayuntamiento. Acaso no estemos acostumbrados a que desde las instituciones se le de importancia a los actos culturales. En Almuñécar puedo decir que desde el alcalde a otros miembros del consistorio han asistido a todo el programa, con actitud interesada y verdaderamente entusiasta.
Espero que se conviertan, estas jornadas, en una tradición de este pueblo del sur.

En la foto, y de izquierda a derecha: Antonio Gómez Yebra, un servidor, Magdalena Lasala, José Calvo Poyato, Almudena de Arteaga y Juan Díaz.

Al-Ándalus: el refugio de la luz (II)

Al-Ándalus: el refugio de la luz (II)

Síntesis de la intervención de José Luis Serrano en el Aula de Cultura de Diario SUR el 28 de septiembre:

El título que para el coloquio de hoy ha elegido mi buen amigo José Manuel García Marín -"Al-Ándalus: el refugio de la luz"-, a mí como a él me sugiere las luces del conocimiento en la medida en que aquí halló respeto durante el milenio medieval o durante los siglos andalusíes que, por cierto, no son todos medievales, ni todos musulmanes, ni alguno árabe en el sentido racial del término.

El caso es que aquí vinieron a refugiarse las luces del mundo antiguo, las helénicas y egipcias, de un lado, y las de más remotos orientes por otro. Y aquí en la tierra por excelencia del poniente esperaron su renacimiento, su levante. La paradoja, sin embargo, sólo es aparente. Tartessos, Iberia, Al Ándalus son desde siempre las tierras más remotas, el confín del mundo, pero también desde siempre esta tierra mediterránea y atlántica irradia civilizaciones. Lo que en geografía es extremo, en lo civilizatorio es central. Hasta aquí desde Alejandría llegaba la nave con el faraón muerto, y hasta aquí desde el norte llegaban las naves legendarias de los islandeses, con sus sagas de elfos y walkirias. Al Ándalus era el valle del Río Grande con las vegas, el arado, las acequias y la luz impresionante de Córdoba. Pero Al Ándalus era el Estrecho, los remos, la barcas con las redes extendidas y el inquieto cielo que precede al temporal. Era la luz de Sierra Nevada, la luz del sol sobre la última nieve nueva. Era la luz mineral del viento que recorre el desierto de Almería. Y ese sol redondo, perfecto, en el cielo bajo de Cádiz que parece efundir un perpetuo atardecer.

Esta tierra fue la memoria de Grecia, ya desde los tiempos demasiado militares de Roma y después durante los interminables siglos godos. Aquí se rescató la mitología de Hércules y se fusionó con la de Gerión. Aquí se supo seis siglos antes de que lo supiera Descartes que toda conversación entre dos hombres es una conversación entre Platón y Aristóteles. ¿Cómo sería el mundo contemporáneo sin las fábulas de Esopo y sin los cuentos persas de las mil y una noches? Aquí se rehízo el mundo y sólo ahora comenzamos a vislumbrar las claves que cifraron aquella manera ilustre de pensar.

Cuando las tierras se cansan de sus pueblos, cuando los pueblos olvidan sus naciones y cuando el planeta se cansa de la humanidad parece llegada la hora de empezar un viaje minucioso en busca de las luces antiguas de Al Ándalus, las luces que volvieron a la Roma de Miguel Ángel y que rescribieron la historia de Cartago y Bizancio. Es probable que nunca alcancemos a ver la luz antigua y que nunca acabemos de ver quiénes somos, quiénes fuimos. Pero sólo nos queda la busca, los eventuales frutos del esfuerzo, no los del hallazgo. Aquí se refugió la luz, a nosotros nos queda sólo buscarla, para volver a ser -no los iluminados, sino- las gentes de luz que a las gentes almas humanas les dimos.

Muchas gracias.

 

Aguas sin Cauces

Aguas sin Cauces

El viernes, 6 de octubre, el eminente poeta malagueño Ignacio Caparrós presentó, con numerosa asistencia, en el salón de actos de la Fundación Unicaja, su libro de poemas "Aguas sin Cauces". La presentación estuvo a cargo del representante de dicha fundación, D. Sebastián Morales, y de D. Antonio Garrido Moraga, parlamentario andaluz, catedrático de la UMA y anterior director del Instituto Cervantes de Nueva York.

A la alta calidad de su poesía, hay que añadirle, en este libro, la virtuosa particularidad de que está escrito sin utilizar ni un solo verbo. Puede adquirirse únicamente a través de la Obra Social de Unicaja, o bien asistiendo a la próxima presentación que hará el autor, el día 24 de octubre, a las 20:30, en la sala "El Palomar" de "El Pimpi", en la calle Granada, en Málaga.

 

Poema LXVI A Carmen

 

 

Arraigada raíz sobre mi techo,

inabarcable luz en mis noches sombrías,

tus columnas de aire más sólidas y mías,

más tuyo el andamiaje de mi pecho.

 

Aquí el grial de mi espíritu deshecho,

aquí el temblor doliente de mis sombras arpías,

y este pañil añil de estrellas y acedías,

y el gozo de este amor, siempre maltrecho.

 

En tus manos, el sino de las rosas,

el vuelo de las aves y nubes incipientes,

tus íntimas conquistas y sólidos hallazgos.

 

En las mías, las aguas venenosas,

las alas de mis versos, si rotas, más batientes,

mis escasos placeres y públicos hartazgos.

Al-Ándalus: El refugio de la luz

Al-Ándalus: El refugio de la luz

    El 28 de septiembre, José Luis Serrano, Juan Manuel Ortega Marín y yo, tuvimos un coloquio en Málaga, titulado: "Al-Ándalus: el refugio de la luz", moderado por Juan Antonio Vigar, en el Aula de Cultura de Diario Sur, en c/ Tomás Heredia, 14, en el salón de actos de Cajamar, a las 20:00. Síntesis de mi intervención:

            El coloquio de hoy tiene como título «Al-Ándalus: El refugio de la luz», con el intencionado propósito de hacer referencia a la luminosidad del azul de nuestra tierra, y a la luz del conocimiento que aquí halló cálido refugio durante los siglos de la Hispania de predominancia musulmana. Digo predominancia porque fue un periodo de la historia en el que, si bien la islámica es la religión hegemónica, conviven junto a ella la judía y la cristiana, aunque fueran minoritarias, bajo una cultura común. Por otra parte, el término “refugio” es utilizado como metáfora en referencia a la cultura que nos llega de Oriente y que, en esta vieja península, adquiere tal desarrollo que Córdoba se convierte en esplendoroso foco, muy por encima del resto de las ciudades importantes europeas.

            El conflicto aparece cuando, en contra del mito de la invasión militar árabe, apuntamos que esa civilización no nos era desconocida porque, como declara Ignacio Olagüe en su libro “La revolución islámica en Occidente”, ya nos habían invadido las que él llama ideas-fuerza, la expansión de las ideas, a través de viajeros y caravanas, pues, como todo el mundo sabe, el comercio siempre ha sido correa de transmisión de noticias, de innovaciones y de cultura. Hoy adoptamos estilos de vida y modas americanizadas, que nos gustarán o no, pero lo que no podemos afirmar es que se nos hayan impuesto por la vía militar, sino por la comunicación. Es cierto que entraron tropas, naturalmente, pero en número tan insuficiente que, de haberlo querido, el pueblo las habría masacrado.

Sin embargo, la inmensa mayoría de los habitantes de la Península Ibérica reaccionan abrazando esas nuevas formas y, poco a poco, terminan islamizándose. Entonces, y aunque lo dicho sólo sea un brevísimo resumen, el resultado final es que las sucesivas expulsiones fueron de hispanos de fe judía, primero, y de hispanos de religión musulmana después. En definitiva, hispanos. Por tanto, lejos de haber desterrado extranjeros, moros o árabes, de este suelo se arrojaron naturales de la tierra, coterráneos, paisanos nuestros.

A pesar del alcance de esta reflexión, no quiero detenerme en ella, no obstante su trascendencia y, por esta razón, inevitablemente apuntada, porque nos apartaría del tema señalado. Esto es, ¿cuáles son las consecuencias de esta cultura? La respuesta es sencilla, dado el sinnúmero de pruebas, de monumentos y de vestigios que han quedado: Las artes y las ciencias experimentaron un florecimiento de tal magnitud, que al-Ándalus se adelantó al Renacimiento. Se avanzó en medicina, matemáticas, filosofía, agricultura, etc., y se cultivó la música, la poesía y la arquitectura, con un refinamiento inigualable. Asimismo en el terreno de la mística, la eternamente olvidada, en la que sobresalen figuras de colosal talla, como la de nuestro judío malagueño, Ibn Gabirol, conocido por el castellanizado nombre de Avicebrón, y del que, me parece una curiosidad destacar que, en la actualidad, en las oraciones del “Yom Kippur”, los judíos de todo el mundo recitan el final de su obra “Keter Malkhut”.Pero fueron muchos, cientos. Algunos, erróneamente considerados únicamente filósofos, como el también judío, esta vez cordobés, Maimónides, que decía: “El hombre alcanza la idea más sublime cuando contempla en su alma la unidad de Dios”, frase más propia de un místico que de un filósofo. O el musulmán Averroes, nacido en Córdoba y coetáneo del anterior. Repito, muchos. Y tan notables, que influyeron sobre la posterior mística cristiana, como confiesa Raimon Llull en las primeras páginas de su obra “El libro del Amigo y del Amado”. Con todo, hay que hacer mención especial del murciano Ibn al-Arabí, conocido y estudiado en multitud de países occidentales, con una obra de más de quinientas tratados y, desgraciadamente, bastante desconocido en España. Se le considera el mayor místico musulmán de todos los tiempos y su espíritu universalista lo convierte en alguien difícilmente encasillable. Como muestra, valga esta poesía suya, con la que quiero finalizar mi intervención y dar paso al coloquio:  

                                     Mi corazón se ha hecho capaz

                                     de revestir todas las formas,

                                     es pradera para las gacelas

                                     y convento para el cristiano,

                                     templo para los ídolos

                                     y peregrino hacia la Kaaba,

                                     las tablas de la Torah

                                     y el libro del Corán.

                                     Mi religión es la del amor,

                                     a donde quiera que se encamine

                                     la caravana del amor,

allí van mi corazón y mi fe.

            De ese ecumenismo, de esa tolerancia, no me cabe la menor duda de que aún subsiste, en nuestra memoria colectiva, el sedimento. Seamos continuadores del legado, demos ejemplo. Muchas gracias.

 

 

Santuario del Odio

Santuario del Odio

El día 21 de septiembre, jueves, presentamos, Blanca Rosa Roca (Editorial Roca), José Luis Serrano (autor de Zawi) y yo, esta magistral novela ambientada en la guerra civil española, del escritor Antonio Enrique, en la Librería Babel de c/ Emperatriz Eugenia, en Granada. Fragmento de mi intervención:

"Por añadidura, y en perfecta coherencia con lo que manifiesta cuando, en otra de sus obras, dice: «... donde no hay lenguaje, no puede existir respeto a la trama ni al lector», Antonio agrega al relato de unos hechos, desde la más completa objetividad, ese estilo suyo, elegante, que conjuga la construcción con la fuerza modulada y la reflexión con la eufonía, como en el momento, bellísimo, en el que nos muestra al padre de Adela, la mujer del comandante, majando cantáridas secas en un almirez: «A la hora del sol extremo, un sol que resplan­decía en sus ropas con reflejos como culebrinas rápidas y des­lizantes, cegadoras. A esa hora en que resudan las resinas y el tiempo parece adensarse en sahumerios de incienso, ¿qué era aquel fuego en sus ropas sino las lenguas de la espada del ángel, un ángel varón y terrible al umbral de aquel paraíso?»."

Ziryab

Ziryab

El día 28 de junio presenté la novela Ziryab, de Jesús Greus, en la Librería Luces, en Málaga a las 20:30.

Fragmento de la presentación:

“... ésta es una historia entretejida con otras y, a pesar de que el atractivo personaje sea la columna sustentadora de la narración, no es simplemente una biografía de Ziryab. El autor descubre un amplio y mágico mirador, de herradura el arco arracimado de mocárabes, a través del que, no sólo se nos concede contemplar el panorama del siglo IX, sino oír el crujido de las sedas u oler las fragancias balsámicas de las resinas aromáticas, quemadas en preciosos pebeteros de plata labrada; casi paladear los platos condimentados con especias autóctonas o traídas de oriente en interminables caravanas de hábiles mercaderes que, junto con ellas y otras mercancías, transportaban valiosos libros, sabedores del interés de los andalusíes por la cultura...”

La diosa de barro

La diosa de barro

Hice la presentación de la novela, La diosa de barro, de José Vicente Pascual, en la Feria del Libro de Córdoba el 23 de abril de 2006 y, en la de Málaga, el 28 de mayo. Fragmento de la presentación:

“...de manera que quedamos atrapados en el mismo centro del escenario, entre birremes romanas, o en tupidos bosques por los que las ardillas recorrían la península con sus patas inmaculadas de tierra; en poblados primitivos, humeantes, del norte, o en Abdera, la vieja Adra, en Axi (Almuñécar) o en Astorga, entonces Astúrica Augusta; con los elementos de fondo exquisitamente cuidados: la gastronomía, el célebre «garum» -aquella salmuera de pescado-, delicioso al paladar romano; el vino de Murgi, la vestimenta de pieles de los mercenarios, las armas, etc., que son esos aparentes pequeños detalles que dan vida a una novela y que permiten que sintamos el salado viento del «Mare Nostrum» en plena cara.”

La luna eclipsada

La luna eclipsada Atención a este título. El día 21 y en el mismo acto en que se presentó Sueños del Albayzín, en Granada, se dio a conocer también la novela de Rafael Martín Masot, La luna eclipsada, editada en Puzzle por Roca Editorial. Es una novela con garra, con fuerza, con ritmo, con unos personajes perfectamente perfilados que viven en el interior de una trama inesperada. ¡Y qué prosa! ¡Ah! y el escritor, granadino, nació el 29 de diciembre de 1989. Hagan cuentas... ¿No me creen? Léanla. Un orgullo para los que somos autores de Roca.

Zawi

Zawi

El día 21 de junio presenté la novela Zawi, de José Luis Serrano, en la Librería Luces, en Málaga a las 20:30 y el día 22 en FNAC de Marbella a las 20:00. Fragmento de la presentación:

“... Junto a califas, visires, mercenarios o guerreros del desierto cubiertos con el «litham», que tintaba de índigo sus rostros, desfilan sabias mujeres de mágicos espejos, en los que interpretan, con infalible acierto, el decreto de los hados, enseñoreadas de castillos desde donde imponen su inatacable autoridad; alquimistas sufíes, místicos musulmanes trocados, a su pesar, en consejeros áulicos. Incluso sabremos del instante, único, en que se construye, allá en la colina de Monaita, la cisterna que atesora el agua de la Fuente de las Lágrimas.”

Sueños del Albayzín

Sueños del Albayzín

El día 21 de junio presenté, durante un almuerzo con los medios de comunicación, en Granada, la novela Sueños del Albayzín, de Carolina Molina.

Fragmento de la presentación: “...para empezar, nos describe en una bella metáfora, la imagen de las dos colinas en pugna: la de la Alhambra, la Assabika, y la del Albaizín, como émulas, adversarias en hermosura, que se espían la una a la otra, afortunadamente separadas por el río, para evitar enfrentamientos.”

Los pergaminos cátaros

Los pergaminos cátaros

El día 15 de junio presenté la novela Los pergaminos cátaros, de Luis Melero, en FNAC de Marbella a las 20:00. Un pequeño fragmento de la presentación:

“Son espectaculares las descripciones detalladas que hace de la geografía del Valle de Arán, de las iglesias y ermitas y su arquitectura, la flora, la fauna, los aromas y las costumbres, transformadas en leyes, algunas tan particulares como las del Consejo General o la, curiosísima, del Armario de Seis Llaves.”