DEMOCRACIA DE ESCLAVOS
Hay que resignarse y asumir que el pueblo es de condición inferior, por tanto no necesita casas cómodas y amplias, coches lujosos ni, en definitiva, buena vida. Una buena vida que, en realidad, no sabe valorar. ¿Acaso sabría apreciar –por poner un simple ejemplo-, el cigarral que la señora presidente de Castilla-La Mancha se compró, al contado, en Toledo? Seguro que no. ¿Quién debe, entonces, apretarse el cinturón?: el pueblo. El pueblo, que tiene costumbre. Los políticos, los banqueros, los ricos en general, tienen otra pesada carga que Dios les ha impuesto, administrar a los pobres. Caritativamente, por supuesto.
Vistas así las cosas, ¿no deberíamos, por el bien de todos, pasar de siervos a esclavos? De toda la vida, el mercadeo con esclavos, ha sido un comercio de gran éxito. Se acabaría la crisis y la marca “España” adquiriría el esplendor que merece. Eso sí, los esclavos votarían (estamos en una civilización avanzada) cada cuatro años por el amo que prefirieran. Una democracia de esclavos. ¿Ha pensado alguna vez en esta opción, Sr. Rajoy? Seguro que sí. En ello estamos.
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José Antonio Ávila -